El automovilismo argentino despide a una de sus leyendas: Norberto Pauloni, piloto histórico del Turismo Carretera (TC) en los años 60, del Sport Prototipo y de la Fórmula 1 Nacional en la década de los 70, falleció ayer a los 85 años.
Nacido el 6 de junio de 1939 en Saladillo, Pauloni se radicó en Quilmes desde joven, donde comenzó su relación con el automovilismo. Su primer acercamiento al mundo del deporte motor fue en 1965, cuando compitió por primera vez en el TC a bordo de una coupé Chevrolet
Sin embargo, fue en 1969 cuando decidió formar parte del Sport Prototipo, una categoría donde enfrentó los desafíos de competir contra poderosos equipos fabriles con el apoyo de la peña “La Espumita Quilmeña”. En un entorno donde la competencia era feroz, Pauloni logró destacarse, sumando tres podios en 1972 y finalizando en el 4º puesto del torneo, un logro que consolidó su figura en el automovilismo nacional.
Cuando la categoría Sport Prototipo se disolvió en 1973, Pauloni encontró un nuevo desafío en la Mecánica Argentina Fórmula 1, donde su mejor resultado fue un 3º puesto en 1976. Ese mismo año, volvió brevemente al Turismo Carretera, al volante de un Ford Falcon del Quilmes Automóvil Club, un equipo que recién comenzaba a dar sus primeros pasos en la categoría.
Más allá de sus logros deportivos, Pauloni fue conocido por ser un piloto completo y autosuficiente. No solo diseñaba y construía sus autos, sino que también preparaba los motores y competía con ellos, un atributo que lo distinguió entre sus colegas. Fue uno de los pocos pilotos que compitió en las cinco temporadas del Sport Prototipo y uno de los que mejores resultados obtuvo, a pesar de mantener siempre un bajo perfil.
Dueño de un taller mecánico en Saenz Peña y Pellegrini, en Quilmes Oeste, Pauloni fue recordado no solo por su habilidad en las pistas, sino también por su calidad humana. Sus colegas lo describen como una persona incansable y luchadora, siempre dispuesta a trabajar. Con su partida, el automovilismo quilmeño pierde a una figura icónica que dejó una huella imborrable en la historia del deporte motor.