A mediados de los ‘80, el grupo Tsade arrancó a hacer heavy metal en Quilmes. Se separaron en 1992. Cada uno siguió con otras actividades, pero el año pasado llegó una propuesta impensada. Hablamos con su cantante para conocer los detalles.
A mediados de los ‘80, cuatro jóvenes de pelo largo soñaban con llegar al éxito con su banda de heavy metal y expresarse a través de sus canciones. Tsade, su nombre, comenzaba a tomar fuerza en Quilmes, con shows que cada vez tenía más público.
Como otras tantas bandas del barrio, los jóvenes músicos grabaron aquellos primeros temas en casetes, con el objetivo de sonar en las radios. Esos demos sagrados, más algunos registros de videos, perduraron a lo largo de cuatro décadas y tomaron un protagonismo impensado por parte de ellos. Una discográfica española se interesó por ese contenido y le ofreció a los integrantes de Tsade –proyecto disuelto hace 30 años- publicarlo en CD. La globalización, las redes sociales y las plataformas como YouTube permitieron este objetivo.
El comienzo de la historia
“Mis recuerdos de la banda son los de unos pibes de barrio, en una época muy represiva, con ganas tremendas de expresarnos de cualquier forma. El único movimiento que representaba toda aquella furia contenida era el metal, todos influenciados por Black Sabbath, Metallica, Judas Priest y en el plano local con V8, nuestra banda insigne con toda su furia”, recordó Juan Filighera, cantante del grupo a La Viola.
En ese ambiente -destaca el músico- se criaron los integrantes con mucha esquina, bares y recitales. “Muchas veces terminamos detenidos, más algunos amores, fueron la atmósfera de aquellos tiempos. Nuestros primeros shows fueron en bares del río de Quilmes y del centro. Todo era muy caótico por el pésimo sonido de la época y lo poco que se conocía el género”.
“También por la violencia contenida de la gente que iban a los shows y provocaban algunos desórdenes, siempre reprimidos por la ley y sus consecuencias, obviamente estar preso”, completó.
El grupo se formó en 1986 y estuvo en actividad hasta 1992. En todo ese tiempo grabaron un demo con cinco temas, más algunos registros en vivo en Estadio Chico de Quilmes y en el histórico templo de Cemento. Cada uno de los músicos – Carlos Nelson en bajo, Adrián Nelson en guitarras y Gustavo Cristaudo en batería siguieron con sus respectivas actividades y Tsade quedaría en el recuerdo hasta que…
Un mensaje impensado
“Pasaron 40 años y un día de agosto del 2023 recibí a través del Facebook del grupo una comunicación de un tal Jesús que había escuchado nuestro material que había publicado nuestro baterista y quería publicarlo”, describió Juan todavía sorprendido. “Lo primero fue no creerle, luego investigar su nombre, su productora, para encontrar verosimilitud en lo que me decía”.
Lo primero que hizo fue tener una charla online para verse las caras y conocer un poco más sobre el proyecto. “Me encontré con un hombre de mi edad que vivió mis mismas experiencias, pero en una España postfranquismo, con una represión importante. Así nos conocimos, me contó sobre su trabajo en la productora Jewels Records, una especie de melómanos que recolectan materiales del mundo con la condición de que no hayan grabado nada formal y principalmente con su sonido original. Elegí creer una corazonada”.
Juan recordó que la recolección del material fue lo más difícil. “No fue fácil dar con esas grabaciones luego de divorcios, mudanzas, pérdidas, etc. Fue una trabajo cíclope hasta llegamos a recurrir a algunos viejos fans. Encontramos que las grabaciones eran pésimas, pero Jesús nos dijo que tenía manera de recuperar esos sonidos sin cambiarlos. Nos contó que en Europa gusta ese sonido ochentoso”.
“La propuesta al final luego de varias conversaciones; la masterización de todo el material aportado a través de mails, en formato mp3, wav, etc. La distribución a distintos lugares del mundo, donde tienen otras productoras de los Estados Unidos, Noruega, Suecia, Japón, e Inglaterra, entre otros países. Arreglamos mil copias para ellos y 300 para nosotros en la Argentina. Llevó todo el año pasado el proceso y para marzo ya estaban las copias en viaje a todos los países. Las ventas están funcionando bárbaro. Por ejemplo, en Japón ya agotó la primera tirada de 300 ejemplares”.
Juan resumió esta fantástica historia como “un orgullo primeramente de que alguien reconozca algo tuyo después de tantos años”. “Es una locura de que alguien en alguna casa, en Japón o en los Estados Unidos nos escuche. También, fue una sorpresa reencontrarme con mi juventud y sentirme otra vez como un pibe de una barriada de Quilmes que quería contar lo que le pasaba y de trascender con algo propio junto a mi grupo de amigotes”.